Esto se traduce en una pérdida de capitalización de $ 36.800 millones en lo que va del año. Como en el transcurso de 2012 se desarrollaron 204 jornadas bursátiles, equivalió a una caída de $ 180 millones por día.
Si se tiene en cuenta que cada rueda tiene seis horas, el rojo llegó a los $ 30 millones por hora, lo que se traduce en $ 500.000 por minuto.
Andrés Méndez, director de AMF Economía, sostiene que las restricciones cambiarias impactaron en forma negativa, como así también la estatización y la ruptura de ciertas reglas de juego, más allá de que era evidente que la YPF privada estaba preparando su retirada.
A su juicio, la persistencia de un elevado riesgo soberano impone un signo de interrogación sobre la forma en que se financiará la expansión de la empresa.
Fernando Baer, director de la consultora Bconomics, es tajante: La estatización es el motivo de la caída. El único. Más el contexto local de rebelión con el resto del mundo, en términos de apego a los contratos (no nación, sino provincias, pero en la percepción del riesgo afecta también), embargos, fragata, fondos buitres y la posibilidad de un default técnico. Todo eso le pega, porque Argentina va a tener que pagar por la expropiación. En jurisdicción extranjera se va a dirimir eso. Por eso, no le veo futuro en el corto plazo. Aunque, a estos precios, no vendería el papel. Lo conservaría para el mediano plazo.
Gustavo Ber, titular del estudio que lleva su nombre, apunta que la acción de YPF se encuentra entre las más castigadas en lo que va del año.
Al igual que sucede con muchos activos domésticos, presenta valuaciones muy competitivas frente a sus comparables regionales, advierte.
En el caso de esta compañía, la atención inversora parecería estar concentrada en la implementación del importante plan estratégico de inversiones durante los próximos años, a través del cual buscará potenciar su perfil productivo.
Dicha mejora en los fundamentals, acompañada de una mayor reinversión de utilidades y un renovado acceso al financiamiento a través del mercado financiero que fortalezca su estructura de capital, podría actuar como driver para normalizar a futuro las valuaciones.
Desde los actuales niveles de valuación, y por las perspectivas que tiene, es una interesante alternativa para aquellos inversores con un horizonte de mediano plazo, apuesta Ber.
Alejandro Bianchi, portfolio manager de InvertirOnline, confiesa estar comprado en el papel: Compré luego de que se confirmó la estatización. Veo que el mercado sobreponderó en forma negativa la medida. Los temores sobre la estatización, que tras confirmarse, llevan a YPF a un estado no muy diferente del de Petrobras; es decir, con mayoría estatal pero con continuidad de inversores y cotización pública, llevaron al papel a ese fuerte recorte.
De hecho, perdió un 63% desde sus máximos de febrero de 2011. Hoy, por múltiplos, YPF es casi siete veces más barata que Petrobrás.
Creo que es un papel para tener. A su vez, se financia a bajas tasas con el dinero de la Anses. Por ende, siendo realistas me parece que está más para estar long YPF, precisa Bianchi.
Andrés Méndez, en cambio, tiene sus dudas: Lamentablemente, las decisiones de política interna no juegan a favor de una buena perspectiva para la empresa. Sería deseable que estos factores comiencen a revertirse, pero hasta ahora no se ve nada claro el panorama.
A su criterio, es momento para aguantar el papel: Todo está muy sensibilizado a raiz de los fallos vinculados con los holdouts. Estimo que, con el correr de las semanas, las aguas se irán calmando, aunque tampoco debemos esperar grandes cambios en materia de política económica. Pero si, quizás, podamos tener períodos de mayor tranquilidad que el actual.
Estima que el retroceso en la cotización de YPF tiene que ver con el aumento del riesgo país y las consecuentes dificultades para acceder a los mercados voluntarios de deuda. YPF necesita una significativa inyección de fondos y cada vez resulta más elevada la barrera en materia de costo del dinero, concluye.
Julieta Halloy, analista de Carta Financiera, advierte que la caída en los títulos, sumados a los controles cambiarios, han dificultado encontrar un inversor dispuesto a aportar capital para explotar los yacimientos de Vaca Muerta como pretendía hacer Repsol. Esta explotación exige una inversión de más de u$s 35.000 millones en cinco años y, según el presidente de la petrolera, Miguel Galuccio, esta inversión se realizaría con 70% de capital propio.